Publicidad nativa y contenido digital efectivo
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- ene
Hay quién dice que la publicidad nativa, es decir, el contenido patrocinado, será uno de los trending topic de este año, que marcará tendencia en canales y redes sociales, y la verdad es que los números apuntan a ello. La publicidad nativa supuso, tal y como recogía esta semana Marketing Directo en su web, el 60 % de los ingresos de Facebook en 2013, datos extraídos del último informe publicado por JP Morgan y que hablan de una mayor aceptación, por parte de los usuarios, de este tipo de formato frente a la publicidad gráfica.
La publicidad nativa juega en muchas ocasiones con la fina línea que separa una información periodística o una opinión personal lanzada por un usuario del anuncio o la promoción de productos y servicios corporativos, podríamos decir que se trata de la versión 2.0 del publirreportaje, una opción mucho más amable de cara al consumidor, pues pretende conquistarle a través de contenidos digitales interesantes, experiencias sociales, interacción, etc.; menos intrusiva y que es capaz de adaptarse a cualquier formato y tamaño de pantalla, lo que la convierte en una apuesta segura, por parte de las marcas, de cara a la publicidad en dispositivos móviles.
Existen muchos ejemplos de publicidad nativa, dependiendo de su disposición en la página web y del contenido que ofrece al consumidor, sin embargo, en la mayoría de los casos, esta se integra perfectamente en las páginas de destino, adaptándose al formato propio del contenido informativo, el objetivo: pasar desapercibida en un intento por captar la atención de usuarios demasiado acostumbrados a la publicidad display tradicional, de ahí la gran importancia de la calidad de redacción de los contenidos digitales para este tipo de publicidad emergente.
¿Dónde reside el peligro? En no respetar la frontera entre información y publicidad, en jugar al despiste e intentar “colar” un producto o servicio camuflado entre contenido informativo, esta práctica no solo resulta engañosa, sino muy perjudicial, ya que genera gran rechazo por parte de los usuarios una vez detectada. Por eso, y para evitar malentendidos, el contenido promocional o patrocinado ha de poder ser identificado como tal con facilidad. Como hemos señalado en otras ocasiones, la trasparencia debe ser una seña de identidad de las marcas si quieren conquistar un mercado cada vez más informado y que pide, sobre todo, honestidad.