Encontrar el tono: el quid de la cuestión

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Que el contenido es el rey, no lo dudamos; que los copys, un buen vídeo o una entrada de blog original publicados en la página web corporativa de una empresa puede repercutir en un aumento considerable de sus ventas, tampoco. ¿Dónde reside entonces el problema para muchas marcas que no terminan de encontrar su sitio en la red? En el enfoque, el tono y el estilo de sus publicaciones.

La presencia digital de una empresa no se construye de la noche a la mañana ni a base de mensajes como “¡Buenos días a todos!” en el muro de Facebook, sino después de analizar detalladamente aspectos tan relevantes para el diseño de una estrategia de comunicación online como el público al que queremos dirigirnos, las características del mercado en el que nos movemos, la competencia, los pros y contras del tipo de producto o servicio que promocionamos y el espíritu empresarial que siempre ha acompañado a la marca en cuestión y si este ha de seguir intacto o debe cambiar radicalmente buscando así una ruptura con su imagen anterior, entre muchas otras cosas.

Y aun así, después de tenerlo todo medido, atado, escrito y analizado, surgen dudas, problemas, necesidades de cambio de estrategia por pura acomodación a las exigencias del consumidor o en función a nuestro presupuesto y capacidad de actuación. En definitiva, los mismos requerimientos a los que deben hacer frente desde cualquier otra división dentro de la empresa, ya sea en la concepción del producto, el proceso de fabricación, su venta y distribución, o la posterior atención al cliente.

Encontrar el tono en el discurso, la forma de dirigirse a los clientes potenciales, siempre resulta complicado y requiere un análisis muy preciso respecto a quién nos vamos a dirigir y para qué. Pero además, precisa de un conocimiento exhaustivo de los canales corporativos que pretendemos utilizar para llegar a nuestro público, no solo en lo que tiene que ver con el tipo de consumidor que se da cita en torno a determinadas redes sociales, foros o plataformas sino en las posibilidades y ventajas que brinda cada una de ellas. Un mensaje que hemos publicado en Twitter no tiene porque ser adecuado para Google+ y la redacción de una entrada de blog ha de ser muy distinta a la que utilicemos en una newsletter o carta promocional diseñada para ser buzoneada.

Influyen incluso los horarios, hablar con la misma intensidad a nuestros seguidores un lunes por la mañana y un viernes a las tres de la tarde, es un error; también lo es pensar que por adquirir un tono sobrio y distante en las comunicaciones diarias, nuestra imagen va a lograr transmitir mayor seriedad y profesionalidad, para esto último, nada mejor que transparencia, cercanía y concreción.

En definitiva, encontrar el tono en nuestros contenidos digitales es complicado, sin embargo, una vez resuelto el estilo, todo resulta mucho más sencillo. Y si a algo no hay que tener miedo es a poner a prueba nuestra originalidad, pasión e, incluso, sentido del humor.

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